Hace unos días quisimos descubrir algo nuevo y fuimos a este restaurante de Torrelodones que no tiene mucha fama pero que hace una cocina de autor, muy original.
Empezamos con el ambiente para decir que es un sitio impactante, está muy bien decorado, con mucho gusto, con estilo y gracia. De hecho, el comedor en el que hemos estado es como el salón de una casa antigua en el que se ve directamente el tejado pintado de blanco y han puesto un encordado en colores llamativos que deja un aspecto muy moderno. Este aspecto lo combinan con unas mesas (según nos han dicho traídas de Holanda directamente) preciosas, el clásico ejemplo de lo que debe ser una mesa clásica de madera prácticamente sin tratar, muy grandes, macizas... muy bonitas.
Si seguimos con los detalles, tienen unas velas encima de las mesas escondidas en una especie de cuevas de piedra, también muy bonitas y la vajilla resulta sorprendente con platos de distintas formas, materiales... Un gusto, sientes que el dueño se está preocupando por tí.
A parte de estas cosas que siempre destacamos pero dejamos en segundo plano, debemos pasar al primero, al plano de la comida, de las sensaciones que te ofrece en la boca lo que prepara el cocinero.
El cocinero se llama Erik, y por lo que nos ha contado la Maitre-Dueña, ha vivido en muchos países y hace una cocina fusión. Verle trabajar a través de la cristalera da mucho gusto porque parece que mantiene una coreografía en sus movimientos y es un espectáculo.
Centrémonos que nos vamos por las ramas, la comida ha consistido en unas cervezas de aperitivo que nos han permitido acompañar con una especie de Grissinni con pesto muy originales y un chutney de tomate con un pedazo de pan y un helado de sardinas, todo elaborado por Erik. Un aperitivo estéticamente muy llamativo, pero gustativamente parece que lo más destacable es lo bien conseguido que está el helado de sardinas.
Después de los entrantes hemos pedido un vino californiano "Red Peak 2008" que parecía muy flojillo al principio pero que luego nos ha dejado muy satisfechos porque era bastante completo aunque al final resultaba un pelín astringente. Muy buena elección gracias al consejo de la Maitre porque nosotros no somos expertos ni de lejos...
De entrante también hemos tomado un ceviche de vieiras. Lo primero que sorprende es que te lo sirven en un plato que hace forma de lata de conservas y que es muy pequeño; lo segundo lo bonito que lo tienen decorado porque es como una cajita de muñecas (exacta proporción doble de alcaparras, cebolla, berberechos...) Fuera la estética y centrándonos en el sabor: vaya, vaya. Lo hemos encontrado poco potente, no deja de ser una vieira cortada en láminas con unos ligeros toques a los productos que la acompañan. Lo hemos comentado humildemente y nos lo han justificado en que cualquier otra cosa podría cubrir el sabor de la vieira y no hay que descuidar que lo que se ha pedido es un ceviche de vieiras. La explicación no nos ha convencido: ya sabemos ese concepto de no cubrir los sabores, somos los primeros en requerirlo pero eso es una cosa y otra que el plato se quede sin fuerza, sobretodo cuando lo presentas en una lata de 10 centímetros por 10 y te cobran 15 euros.
Pasando a los principales hemos tomado un variado, éramos cuatro y había cinco platos principales, así que tenemos un amplio criterio: la merluza y la lubina estaban exquisitas, el jabalí muy bueno también, el Pichón... vaya, vaya. La delicadeza de los sabores nos impide profundizar mucho en ello, pero todo muy sutil, muy rico y muy original. Merece más que de sobra el precio de los platos que rondaban los 23 euros.
Hemos terminado con unos tés, una tarta tatín, un "su café irlandés", un café solo y un vino de hielo. Muy brevemente podemos decir que el vino de hielo teníamos muchísimas ganas de probarlo y nos ha sorprendido porque estaba muy rico siendo del Penedés, la tatín no es la mejor que hemos probado ni mucho menos, el resto bien.
Sólo nos queda hablar de la atención: el trato es muy amable y se lo agradecemos, pero da la sensación de que se sobrevaloran a sí mismos. "Cantan" los platos de una forma un pelín exagerada y todo para ellos es maravilloso y lo mejor, a parte de afirmar tranquilamente que "querían meterle algo moderno a Torrelodones que está un poco casposo" o "nosotros no trabajamos con gente de aquí, la gente viene de Madrid..."
Como comentario final, creemos que es un sitio en el que se come muy bien, con una carta muy original, que le falta un pelín para ser un sitio impresionante y que podrían conseguirlo si se bajasen un poco del pedestal en que se ven. Por cierto, dicen que igual cierran en los próximos meses, lo cierto es que el lugar en el que está ubicado es poco apropiado para un restaurante de este estilo (nos referimos a la calle en la que se encuentra), quizá eso les haga perder clientes cuando deberían estar mucho más solicitados.
Precio medio: 55 € persona, evidentemente, nuestra recomendación es reservar este sitio para una ocasión especial en la que os apetezca conocer un sitio original en todos los aspectos, ah!! y no ir con demasiado hambre...te quedas satisfecho pero si es de esas veces que tienes muchas ganas de darte un atracón no es el sitio adecuado.
Por cierto, no somos críticos gastronómicos ni grandes gourmets ni siquiera pretendemos saber nada de cocina en comparación con los dueños de este restaurante, ya sabéis todos que nosotros somos sólo un par de enamorados de la comida que comentamos y recomendamos para los amigos.
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