Conocimos este restaurante gracias a la generosísima invitación de un cliente y, a pesar de ello, amigo, que vivió en esta lluviosa ciudad durante unos años y conoce personalmente a sus dueños, a quienes también tuvimos el gusto de conocer.
No nos gusta mucho hacer listados de mejores o peores restaurantes. De hecho este blog no lleva ese camino, se trata de hacer nuestro comentario personal sobre sitios que nos han gustado, pero en este caso creo que no me confundo si digo que es el sitio más espectacular del blog, y dudo que pongamos otro de este nivel en bastante tiempo. Eso sí, no podemos hablar de precio porque fue una invitación. Bueno, al lío.
El sitio está ubicado en un enclave muy especial, justo al lado de la Plaza de María Pita, lugar del que mi padre, coruñés de nacimiento, me ha hablado y me habla en tantas ocasiones. Un lugar con mucho encanto.
El local no es ninguna locura, es pequeño, sobrio..., pero acogedor, elegante.
En cuanto a la comida, que es lo más importante, la dueña nos guió extraordinariamente por unos, según ella, entrantes, que consistieron en lo siguiente:
Empezamos con unos berberechos, que así dicho parece cualquier cosilla, pero ¡ay amigo! Estás en Coruña y en el restaurante Casa Vasca, eso no es un berberecho normal, su calibre es tal, que bien podría confundirse con una Vieira. Vamos a dar datos: diez centímetros de diámetro, quizá nueve, pero no menos. Tomamos tres cada uno.
Algo bastante más grande que esto:
Algo bastante más grande que esto:
Sin salir de nuestra sorpresa, apareció encima de la mesa una fuente con tres, sí tres, tres preciosos crustáceos, también de gran calibre, en un punto de cocción que creo que nunca había experimentado, eran tres cigalas con nombre y apellidos. Cuando hablo del punto de cocción me refiero a esa suave textura en la que cierras la boca y no encuentras cigalas, encuentras sabor a cigala!
Estas son sus primas pequeñas y tristes:
Estas son sus primas pequeñas y tristes:
Bueno, imagino que con esto, os estáis haciendo una idea. Pero falta añadir, como entrante, un poderoso cuerpo de centolla al estilo changurro. Ale.
Todo esto lo regamos con un albariño, que no es el que más me ha gustado, pero que no estaba mal, la verdad es que me habría gustado igual la comida sin que el vino tuviese ningún protagonismo.
El plato "principal" fue un pescadito, yo acerté claramente con una merluza a la gallega, Paloma disfrutó por lo rico de su lenguadito, pero no fue la mejor elección.
No fuimos capaces de tomarnos unas filloas, ¡qué pena!
Bueno,lo dicho, un sitio extraordinario. Espero que vosotros también vayáis y lo disfrutéis.
Seguimos en breve con algo más normal.
Salud!!!!!!!!